

La apóptosis (del griego antiguo: ἀπόπτωσις, romanizado: apóptōsis, literalmente ‘caída’) es una forma de muerte celular programada que ocurre en organismos multicelulares y en algunos microorganismos unicelulares eucariotas, como la levadura.
Eventos bioquímicos conducen a cambios celulares característicos (morfología) y muerte. Estos cambios incluyen ampollas, contracción celular, fragmentación nuclear, condensación de cromatina, fragmentación del DNA y descomposición del mRNA. El ser humano adulto promedio pierde entre 50 y 70 mil millones de células cada día debido a la apóptosis. Para un niño humano promedio de entre ocho y catorce años, aproximadamente entre veinte y treinta mil millones de células mueren por día.
A diferencia de la necrosis, que es una forma de muerte celular traumática que resulta de una lesión celular aguda, la apóptosis es un proceso altamente regulado y controlado que confiere ventajas durante el ciclo de vida de un organismo. Por ejemplo, la separación de los dedos de las manos y los pies en un embrión humano en desarrollo se produce porque las células entre los dedos sufren apóptosis. A diferencia de la necrosis, la apóptosis produce fragmentos celulares llamados cuerpos apoptóticos que los fagocitos pueden fagocitar y eliminar antes de que el contenido de la célula pueda derramarse sobre las células circundantes y causarles daño.
Como la apóptosis no puede detenerse una vez que ha comenzado, es un proceso altamente regulado. La apóptosis se puede iniciar a través de una de dos vías. En la vía intrínseca la célula se mata a sí misma porque siente estrés celular, mientras que en la vía extrínseca la célula se mata a sí misma debido a señales de otras células. Las señales externas débiles también pueden activar la vía intrínseca de la apóptosis. Ambas vías inducen la muerte celular activando caspasas, que son proteasas o enzimas que degradan proteínas. Las dos vías activan las caspasas iniciadoras, que luego activan las caspasas ejecutoras, que luego matan la célula al degradar proteínas indiscriminadamente.
Además de su importancia como fenómeno biológico, los procesos apoptóticos defectuosos han sido implicados en una amplia variedad de enfermedades. Una apóptosis excesiva provoca atrofia, mientras que una cantidad insuficiente da lugar a una proliferación celular descontrolada, como el cáncer. Algunos factores como los receptores Fas y las caspasas promueven la apóptosis, mientras que algunos miembros de la familia de proteínas Bcl-2 inhiben la apóptosis.